En este, el año del fin, era previsible que algo pasará. La
novena edición del festival termino en medio de una incertidumbre y desconocimiento
general, sólo algunos pocos privilegiados estuvieron y vivieron una edición,
por lo menos inolvidable.
Nosotros, casi siempre presentes, arrancamos en el parque
frente a la Casa España, el primer día del festival, el día de las bicis. Todo parecía
normal, gente abrazándose, conociéndose, saludándose, todos en ese estado preámbulo
al festival, cuando el frio se une con esos sonidos bases.
Después, al día siguiente, todo fue confusión y comentarios,
todo fue quejas y explicaciones, finalmente un Manifiesto, y la sensación del
final de una era, del cambio, de la esperanza del 2013, un festival más trax y
menos bogo.